Historia de las creencias y las ideas religiosas I by Mircea Eliade

Historia de las creencias y las ideas religiosas I by Mircea Eliade

autor:Mircea Eliade [Eliade, Mircea]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Referencia, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1975-12-31T16:00:00+00:00


94. Las diosas. II: Atenea y Afrodita

Atenea es, sin duda, la más importante de las diosas griegas después de Hera. No ha sido posible explicar su nombre a partir del griego. La hipótesis de Nilsson, admitida por la mayor parte de los investigadores, parece convincente: Atenea habría sido una Dama del Palacio, protectora de las mansiones fortificadas de los príncipes micénicos. Divinidad doméstica, relacionada con las tareas femeninas o masculinas, llegó a adquirir los atributos y el prestigio de una diosa de la guerra debido a su presencia en la ciudadela durante un período de guerra y pillaje. Surge de la cabeza de Zeus revestida de su armadura, blandiendo la lanza y profiriendo su grito de guerra. Muchos de los títulos que ostenta proclaman su carácter marcial: Promachos («defensora»), Sthenias («poderosa»), Areia («belicosa»), etc.

Sin embargo, como queda patente en tantos episodios de la Ilíada, Atenea es enemiga implacable de Ares, al que derrota en la famosa batalla de los dioses del canto XXI (390 y sigs.)[31]. Por el contrario, admira a Heracles, verdadero modelo de héroe, al que ayuda en sus trabajos sobrehumanos y guía finalmente hasta el cielo (Pausanias, III, 18,11, etc.). Atenea admiraba igualmente a Tideo, al que incluso trató de hacer inmortal, pero cuando la diosa vio cómo el héroe, gravemente herido, hendía el cráneo de su enemigo y le devoraba el cerebro, se alejó asqueada de él[32]. Atenea, con su sola presencia, logra que Aquiles se contenga cuando el héroe, espada en mano, se dispone a responder con el acero a los insultos de Agamenón (Ilíada, 1, 194 y sigs.).

Aún en una epopeya que se compuso para un auditorio que se exaltaba con las hazañas bélicas, Atenea aparece con unos rasgos muy distintos de los que corresponden a una deidad guerrera. Si participa en la guerra es porque se trata de la actividad varonil por excelencia, pues, como ella misma dice, «mi corazón se inclina hacia lo varonil más que a nada, con excepción del matrimonio» (Esquilo, Euménides, 736). El Himno homérico a Afrodita (I, 9) reconocía que la diosa del amor no tenía poder alguno sobre Atenea. Homero y Hesíodo la llama Pallas «muchacha», mientras que en Atenas se le da el título de Parthenos, «virgen». Pero se trata de una diosa virgen de un tipo distinto de Artemis, pues no evita a los hombres ni los mantiene a distancia. Atenea hace amistad con Ulises y lo protege, pues admira la fuerte personalidad y la astucia del héroe, el hombre «de muchos recursos» (polymetis), el único que podría compararse con Zeus (Ilíada, II, 169, 407, 636). En la Teogonía, Hesíodo la juzga «igual a su padre en fuerza y en prudente sagacidad». Entre todos los olímpicos, Atenea es la única que no tiene madre. El Himno homérico (I, 9 y sigs.) recuerda brevemente cómo Zeus la engendró de su propia cabeza, pero Hesíodo narra el mito completo: Zeus engulló a Metis, la diosa de la inteligencia, que ya estaba encinta; Atenea vino al mundo saliendo a través de la cabeza de su padre (Teogonía, 886 y sigs.



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